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Channel: El Blog de Sarai Llamas
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A esta vida le faltaba un NOSOTROS...

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Se acerca el 14 de febrero y algunos de vosotros me habéis pedido una lámina personalizable para sorprender a esa persona especial que ha logrado que "nosotros" sea mucho más simple pronombre...


La podéis personalizar con vuestros nombres y con la gama de colores que más te guste... o le guste...

Después de realizar vuestro pedido en la SHOP, sólo tenéis que enviarme un e-mail a saraillamas@gmail.com haciéndome saber: los nombres de la pareja y la combinación de colores deseada para la lámina. ¡Y listo! Posteriormente recibirás una prueba de tu lámina en tu e-mail dentro las 48 siguientes de realizar tu pedido para que sea aprobada antes de que sea impresa.

Y si la queréis en un formato más grande (A3) o más pequeño (A5) no dudéis en poneros en contacto conmigo también a través de mi e-mail.


Y otra lámina personalizable y que será un regalo estupendo es esta...


En este caso podéis añadir vuestro nombre y el de vuestras parejas a esta lista de parejas famosas de la historia, del cine, de la literatura, de la mitología...

Vosotros podéis decidir de nuevo la combinación de colores utilizada y, si os apetece, los nombres de las parejas famosas...

Para adquirirla y saber más sobre esta lámina podéis seguir este link.

Otras láminas de la Saraillamas SHOP que podéis regalar el día de San Valentín las podéis encontrar en esta selección.


¡Daos prisa que la Saraillamas SHOP durante este mes está de rebajas!




Una jugadora de rugby...

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Como todos sabemos, existen varios tipos de madres, casi tantos como gustos de helados en una heladería italiana… No obstante, podemos englobarlas en algunas categorías generales.

Existen las madres estupendérrimas, esas madres que hagan lo que hagan son siempre impecables. Da igual que se pongan el chándal de terciopelo y la pinza de los chinos sujetando el pelo, lleven dos días sin dormir y se les haya acabado hace un mes el contorno de ojos y la crema hidratante (sí, sé lo que estáis pensando, pero ¡existen!, una servidora las ha visto). 

Están las madres-en carrera (que no de carrera, que esas más o menos somos todas), que manejan la silla de paseo con la misma facilidad con la que leen un gráfico de cotizaciones.

Por otro lado, las madres ansiosas (y la que escribe ha formado parte de este grupo por mucho tiempo…), que tapan y destapan a sus pequeños como si estuvieran poniendo placas de pasta a una lasaña…

Y qué me decís de las madres deportivas, que no son sólo aquellas que hacen jogging con el cochecito o la silla de paseo e intercalan series de cincuenta abdominales entre toma y toma, sino también esas que apenas se inquietan y saben tomarse deportivamente los llantos, los vómitos, las rabietas, los cólicos e incluso sus pequeños defectos…

Las madres famosas son, obviamente, una categoría aparte, que en realidad no ha de ser considerada del todo, ya que cómo se comportan realmente con sus propios hijos y cómo viven su maternidad no lo sabemos… Todo lo que nos hacen ver es solamente un “spot publicitario”.


Obviamente, el piccolo, a la hora de elegir su prototipo de madre no tuvo en cuenta las categorías anteriormente descritas y creó una diferente:

Mi madre, más allá del aspecto físico y de las proporciones, cuestiones que en realidad no me importan demasiado y que desde mi punto de vista son totalmente subjetivas, tiene que correr rápidamente para cubrir el espacio que nos separa; precipitarse como una tigresa para estar a mi lado al mínimo gemido; tiene que saber atraparme al vuelo y aferrarme segura, abrazándome fuerte antes de que me haga daño; si sirve, tiene que ser capaz de mostrar su lado salvaje y bizarro, aunque generalmente prefiera usar  su lado “inteligente”; no tiene que estar siempre en orden ni parecer que tiene todo bajo control… Y no tiene que tener miedo a mancharse, como yo.

¡Ya está! ¡Lo tengo! ¡Mi mamá tiene que ser como una jugadora de rugby!


Y, más o menos, así soy yo… ;)



Dulces sueños...

Querido hijo, la vida no es un cuento de hadas…

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Amanece… y Blancanieves se estira grácil y delicadamente, despertándose serena y descansada, ya peinada y maquillada.

En nuestra casa son las 7:30. Ha amanecido. A tu madre, querido hijo, la tiene que despertar tu padre, agitándola como unas maracas, para quitarla un poco de pereza y galbana de encima. De una manera poco distinguida y refinada, tropezando siempre con alguno de tus juguetes, se dirige al baño, despeinada, con ojeras y con la marca de las arrugas de la almohada en la cara.

Después de desayunar pan con mermelada, Caperucita Roja coge su hermosa cestita con los pasteles y se encamina saltando alegremente y respirando la primavera a casa de su abuelita.

Tu mamá, vestida con lo primero que se le ha caído encima al abrir el armario, desayuna su café con unas galletas de arroz, que se asemejan en color, forma y sabor al poliespan. No salta en casa porque no quiere que los vecinos del piso de abajo tengan otro válido motivo para creer que una servidora está como una auténtica regadera. Eso sí, tu madre es una experta en hacer un slalom freestyle entre tu triciclo, camiones, coches, piezas de lego y otros cientos de cosas más que se anidan en el suelo de casa.

Cenicienta canta jovialmente durante todo el día mientras limpia de arriba abajo la casa de su madrastra y una pandilla de ratones la sigue hipnotizada. Sus vestidos son harapos pero su corazón está lleno de júbilo y dicha.

Tu mamá, piccolo mío, vestida aún con el pijama, hace la cama (cuando la hace) en cuatro minutos y dieciocho segundos, limpia el baño en un cuarto de hora y pone la lavadora mientras se bebe el último sorbo del café y engulle sin saborear el último pedazo de poliespan o galleta de arroz. Utiliza el mango de la escoba para imitar a Madonna cantando berreando “laikavergin” mientras la vecina siniestra del piso de enfrente la observa aviesamente. 

Y llegó el príncipe con su corcel blanco, besó a la princesa y se la llevó con él a su palacio de oro y turquesas.
Tu padre llega a la hora de cenar, deja su coche en la calle después de pasar más de un cuarto de hora para encontrar aparcamiento, coge las facturas y la propaganda del supermercado del buzón y sube las escaleras. Llega cansado a casa después de trabajar – verbo que los príncipes no conocen y, por lo tanto, no acostumbran a utilizar –, pero cuando abre la puerta sus ojos se iluminan porque te ve a ti. Después de abrazarte como si fueran años que no te veía, besa a tu madre, que tampoco es una princesa (aunque su nombre en hebreo signifique precisamente eso) y que no ha estado todo el día recogiendo bayas y flores en el bosque o danzando alegremente a orillas de un riachuelo…

Como ves, hijo mío, la realidad, al menos para nosotros, no se parece para nada a un cuento de hadas… Y sabes que te digo, que es mucho mejor así, tal y como es. Porque el amor que tus padres sentimos por ti es auténtico y real y ningún hechizo o encantamiento lograrán hacerlo desvanecer, jamás de los jamases. 

Y además tu padre besa mejor que cualquier príncipe azul…


El bar de la esquina...

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Después de dos días en los que el mundo a una servidora le ha girado al contrario… la que escribe, para celebrarlo, se ha levantado a una de esas horas que uno piensa que no existen en su reloj, se ha puesto lo primero que ha encontrado sobre la silla de la habitación (la cual contiene más ropa que el armario), se ha calzado unas zapatillas deportivas color fucsia fluorescente compradas en un arrebato fashion victim (que con el pasar de los días se ha convertido en una compra realizada en un arrebato fashion criminal…) y ha salido a la calle, dejando al padre de la criatura y al piccolo aletargados en la cama.

Mientras caminaba por las calles aún desiertas, pensaba en la pesadilla que desde hace varios meses y con una regularidad inquietante agita mis noches: el padre de la criatura llega a casa después de trabajar, y sin saber cómo ni porqué, me comunica de manera sucinta: “Ya no te quiero, me voy de casa”. Mete en una maleta unas cuantas cosas, coge dos o tres libros y se va, así… sin más… dejándome a mí, que tengo al piccolo en brazos, y a mis zapatillas color fucsia, en el rellano de la escalera, muda, aturdida y horrorizada.

Llego a correos y está todavía cerrado. Siento un perfume a cappuccino y croissant que proviene del bar de la esquina, ese que prepara uno de los mejores cafés que he probado…

He vuelto a soñar que el padre de la criatura me dejaba a mí y al piccolo de la manera más atroz posible, es decir, sin dar explicaciones; he empezado esta semana con el pie izquierdo; he salido de casa con unas zapatillas que parecen hechas para dirigir el tráfico y esta mañana estaba tan inquieta que creo que ni siquiera me he lavado la cara... Así que creo que me merezco como mínimo desayunar en el bar y que le den a la dieta… he pensado mientras entraba en el bar.

“Señora, me gustaría decirle algo… pero espero que no se ofenda…”, me ha dicho el camarero, que ya es un viejo conocido, mientras colocaba las tazas encima de la máquina del café y yo le daba una dentellada a mi croissant relleno de mermelada de albaricoque.

¡Oh. Dios. Mío! Ahora me dirá que sus productos están repletos de grasas hidrogenadas perjudiciales para mí pero beneficiosas para mi celulitis. O que me he puesto los pantalones al revés y voy mostrando al mundo la etiqueta de cómo han de ser lavados. O que una paloma ha utilizado mi cabeza como baño público. O que la fosforescencia de mis zapatillas le han curado la miopía. O que tendría que estar en casa preocupándome de mi marido, de mi hijo y de mi aspecto. O que me he manchado con la mermelada…

“Me diga…”.

“No se lo diga a su marido, no sea que él también se vaya a enfadar… Pero es usted una de la personas más encantadoras y fascinantes que conozco…”.

No sé si será una nueva estrategia de marketing del dueño del bar o si todos los italianos tienen el gen de Giacomo Casanova, pero he de decir que ha funcionado… Una servidora hoy se siente pletórica y mañana volverá a desayunar al bar de la esquina…

;)


Hagamos memoria...

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El 27 de enero de 1945 se produjo la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz por parte de las tropas soviéticas en su avance frente al ejército alemán. Desde el año 2005, gracias a la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada 27 de enero se celebra el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Durante la pasada semana, muchas librerías de la ciudad en la que vivo exponían en sus escaparates libros como, por ejemplo, “El diario de Ana Frank”, “El niño con el pijama de rayas” o “Los Hornos de Hitler”, por destacar algunos de los títulos más conocidos. Durante una semana han emitido en la televisión documentales y películas como “La Vida es Bella” o “La lista de Schindler”… Durante una semana hemos vuelto a recordar el horror de la Shoah, visto de nuevo las miradas de aquellos pocos que sobrevivieron… Durante una semana se ha analizado por qué el mundo no logró prevenir el Holocausto y otras atrocidades que se han cometido desde entonces… Durante una semana se ha combatido contra la negación de ese brutal genocidio… Durante una semana se han dado respuestas imprescindibles ante quienes equivocadamente sostienen que esa tragedia nunca tuvo lugar o que se ha exagerado… Durante una semana se ha dado voz a los relatos de las familias de las víctimas de una ideología inspirada en el odio que los calificó como “inferiores”… Durante una semana se ha combatido haciendo memoria, porque la indiferencia es el seno de todos los horrores…

Ayer, después de comer, salí a pasear por el centro de la ciudad con mi hijo. Ayer, los escaparates de las librerías donde hace días se encontraban los libros que anteriormente he citado, estaban vacíos. En su lugar he encontrado varias pintadas antisemitas y esvásticas. Palabras y símbolos negros, como el color del spray con el que han sido hechos. Palabras y símbolos llenos de odio, que han enfangado una fecha en la que públicamente se condena precisamente eso, el odio.

Como dijo hace años el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, creo que “debemos seguir enseñando a nuestros hijos las lecciones de los capítulos más sombríos de la historia. Ello les ayudará a hacer las cosas mejor que sus mayores al construir un mundo donde podamos convivir en paz”…

Nos queda mucho camino por recorrer… Y por más que parezcan absurdas o irrealizables, no podemos abandonar nuestras esperanzas… Ya lo decía Ana Frank en su diario: “Lo que me asombra es no haber abandonado por completo mis esperanzas, que parecen absurdas e irrealizables. Y, sin embargo, me aferro a ellas a pesar de todo y sigo creyendo en la innata bondad del hombre”.

Y aquí os dejo una imagen que he realizado en ocasión del “Día de la Memoria”, porque creo que también el 31 de enero es un buen día para recordar…



Llamas 2009 / Dalí 2013

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El 4 de marzo del 2009, a las cinco y media de la tarde, se inauguraba en el Centro Expositivo de Arte Palazzo Primavera de Terni mi primera exposición de pintura en Italia, una de las más importantes que he realizado hasta hoy.

Ayer, de las mismas paredes que en su día acogieron algunas de mis obras, colgaban las extraordinarias cien ilustraciones de “La Divina Comedia” que Salvador Dalí realizó en el año 1957 por encargo del gobierno italiano con motivo del 700º aniversario del nacimiento de Dante Alighieri. Ilustraciones que Italia rechazó posteriormente  ya que el orgullo nacional de algunos sectores de la sociedad italiana se sintió herido por la designación de un pintor nacido fuera de Italia. A pesar de todo, y seguro de que encontraría un nuevo cliente para este trabajo, Dalí llevó adelante los planes iniciales. Trabajó durante cinco años, a partir de 1960, en las acuarelas y las planchas de xilografía, que fueron talladas a mano por dos artesanos bajo su estricta supervisión. Y en 1964, un año antes del 700º aniversario de Dante, dos editoriales francesas publicaron una edición de lujo con la Divina Comedia Print Suite.

Ayer, una servidora recorría fascinada las salas del Centro de Arte, observando una a una las cien xilografías de uno de sus más grandes mitos, apreciando la fuerza de las imágenes y la precisión de su dibujo del genial Dalí, “uno de los proyectos más importantes de su carrera”, como él mismo apuntó. Ayer, emocionada y sorprendida, me daba cuenta de que, hace algunos años, mis obras fueron las protagonistas de esas mismas paredes, con una exposición de cuadros que significaron varios meses de trabajo duro… No obstante, hoy en día no puedo considerarla uno de los proyectos más importantes de mi vida, ya que ese título lo ostenta una personilla de menos de un  metro que ayer, de la mano, me acompañó en la visita al museo…


Un ritual inhumano

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Por esas más de tres millones de niñas que son sometidas cada año (más de ocho mil al día), amparándose en tradiciones ancestrales y machistas, al ritual inhumano de la ablación.

Por esas más de cien millones de mujeres de todo el mundo que han sufrido la mutilación genital, la manifestación más cruel de violencia de género...

Por todas ellas, hoy, Día Internacional Contra la Mutilación Genital Femenina, grito ¡TOLERANCIA CERO! 





Y entonces, tú llegaste a casa...

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Hace unos días ordenaba (o al menos lo intentaba) algunas fotos pre y post embarazo. E inevitablemente me venían a la memoria recuerdos de aquellos meses, en los cuales me movía con la elegancia de un hipopótamo y el padre de la criatura y yo no dejábamos de preguntarnos confusos y electrizados “y cuándo volvamos a casa con el piccolo… ¿cómo hacemos?”

Recuerdo que el primer día en casa con el pequeño ha estado caracterizado por la calma y por ese sol de los últimos días de agosto que calienta pero no achicharra. Mientras comíamos, hemos dejado a nuestro “nuevo inquilino” acostado en su cochecito nuevo, aparcado cerca de la mesa. Hemos roto el silencio de mala gana, sólo cuando era necesario, como si esa nueva atmósfera, hasta entonces desconocida, debiera ser respetada como algo sagrado. Los ojos no se posaban apenas en el plato de spaghetti, ya que estaban demasiado ocupados en observar cada milímetro de esas mejillas rosadas, de esos labios carnosos, de esas pestañas infinitas, de esas manitas con dedos de pianista… Los amigos y familiares ya nos habían visitado en los tres días que pasamos en el hospital, y el segundo turno se había aplazado hasta el día siguiente… Por lo que ese lunes, solos los tres, lo hemos exprimido como si fuese un mes de vacaciones…

Recuerdo mi barriga, fofa y laxa, como un globo deshinchado que muestra aún la huella inequivocable del aire que lo había inflado. Nuestro hogar, de 35 metros cuadrados, era una casa a medida de pareja y no de familia. Pero él estaba ahí. Su primer gemido ha roto el silencio en mil pedazos. Reclamaba nuestra atención y su almuerzo. Desde que he dejado de ser un universo que albergaba dentro de sí un mundo y he visto los grandes y profundos ojos de mi hijo he sabido que ahora todo resultaría más complicado, tal y como sucede con los grandes amores; pero he sabido que era demasiado feliz como para no aceptar las consecuencias de ese “todo”.

Mis cuarenta semanas y dos días habían pasado, y mi hijo estaba ahí. Él había nacido, pero yo, como madre, aún no lo había hecho. Y es que nadie se espera que un recién nacido se levante del cochecito y vaya al baño a hacer pipí, pero todos esperan que una madre primeriza, desde el primer día, sepa cambiar perfectamente un pañal, cuándo y cómo dar el pecho a su hijo, cómo realizar un masaje para aliviarle los cólicos y saber siempre qué le sucede cuando llora… Y nosotras, medio aturdidas y turbadas por esas perversas hormonas que no paran de bailar la salsa; aún con la intensa conmoción del parto a flor de piel; emocionadas y agitadas por esa nueva rutina con esa personilla nueva;, inmersas en un vórtice que mezcla los cambios de pañal (siempre más de lo que una se espera), las visitas, las lavadoras, otra vez las visitas, las tomas, otra vez las visitas (esperemos que traigan comida) y el hacer la compra… nos empeñamos en ser perfectas, sonreímos a todo el mundo y escuchamos cientos, que digo cientos, miles de consejos que no hemos pedido, derramamos alguna que otra lágrima sin que nadie nos vea porque descubrimos que no somos Lara Croft y no podemos con todo, nos duchamos (¿?) cuando todos duermen (normalmente a medianoche y evitando hacer demasiado ruido) y nos sentimos con la misma carga erótica que el perchero de la entrada.

Pero todo pasa... y hoy lo recuerdo con una gran sonrisa y me conmuevo al pensar en mis primeros pasos como madre… 

Eso sí, sigo enamorada “hasta las trancas” de esos ojos grandes y profundos, tal y como el primer día que los vi...


Preparad vuestras cámaras de fotos... porque estamos de SORTEO - CERRADO

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Hace tiempo os contaba que el mundo de la fotografía, sobre todo desde que nació el piccolo, me entusiasmaba cada día un poco más. Me apetece fotografíar cada momento con él, cada nuevo juego, cada gesto, cada nuevo aprendizaje... Es como si quisiera conservar cada instante en una imagen... y que esa imagen, pasado el tiempo, me cuente una historia, la suya, la nuestra... No tengo una gran cámara, pero poco a poco, intento que cada foto sea mejor que aquella que la precede... Y para que eso suceda no hay nada mejor que aprender de aquellos y aquellas que saben más que nosotros... Pudimos hacerlo hace ya algunos meses gracias a grandes fotógrafos y fotógrafas, a los cuales admiro por su trabajo, y que nos dieron algunas sugerencias para que nos convirtiésemos en unos "profesionales" a la hora de capturar esos preciados momentos con nuestros pequeños... (podéis recordar los consejos aquí y aquí).

Y hoy, Eva Lago, una gran fotógrafa y mejor persona, nos ofrece la posibilidad de seguir aprendiendo. ¡¡Sí!! Porque sortea una inscripción gratis a su curso online"Lazos - Fotos de Familia" en la escuela fotográfica de la mismísima Jackie Rueda. En este curso, que dura una semana (la primera semana del mes de abril) se hablará de luz, trucos caseros, fotografiar niños, abuelos y demás parentela..., cómo incluirnos en la escena (Eva necesito una clase particular sobre esto YA), fotografiar con teléfonos y muchas muchas cosas más... Todo regado con la sensibilidad, simpatía y amabilidad que caracterizan a Eva. Lo mejor de todo es que no necesitáis tener grandes nociones técnicas del mundo de la fotografía o una cámara profesional para hacer el curso, basta una cámara compacta o incluso la cámara de vuestro teléfono móvil. 

Además, y algo que considero muy importante, es que el curso tiene un acceso permanente. Es decir, que no cierra nunca. Cada día, durante una semana, a la misma hora, se publicará una nueva clase, pero eso no significa que tengáis que estar online a esa hora. Podréis leeros la clase cuando queráis y podáis (en mi caso siempre es "cuando puedo") y las veces que queráis. 



Para saber más os invito a visitar la página del curso y para conocer a Eva, sus fotos y su manera de contar las cosas podéis visitar su blog personal y el blog Capturando Momentos, el cual escribe junto a Rebeca Lagos.

Eva Lago, con sus niñas Amanda y Valentina.

¿Qué tenéis que hacer para participar en este sorteo?
2.Dejar un comentario en este post con vuestro e-mail para, en el caso que resultéis ganadores, podernos poner en contacto con el afortunado o afortunada. Obviamente si estos datos no los queréis dejar aquí podéis enviarme un e-mail a saraillamas@gmail.com.  
3.Compartir la imagen-anuncio de este sorteo que encontraréis publicada en el muro de la página de facebook de este blog. Sólo tenéis que hacer clic en "Compartir"...

¡Y listo!

Será un sorteo exprés, ya que las inscripciones al curso comienzan este sábado 16 de febrero. Así que publicaré el resultado del sorteo este viernes 15 de febrero con el nombre del afortunado o afortunada que by the face disfrutará de este estupendo curso online.


Juntos...

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Querido padre de la criatura... ¡Feliz San Valentín!




¡Ya tenemos ganadora!

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Isabel, ahora prepara la cámara y a disfrutar en abril con las lecciones de Eva...  ;) 

A todos los demás participantes os agradezco mucho vuestra participación y no os preocupéis que tendremos ¡más Sorteos! Además, para los que os hayáis quedado con las ganas, mañana se abren las inscripciones para "Lazos", el estupendo curso de fotografía de familia de Eva Lago.

¡Feliz viernes y feliz fin de semana!


Post frito con arroz tres delicias

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Hemos vuelto a caer. Creo que podemos ser considerados como unos criminales reincidentes. Lo único que esta vez no tenemos ningún tipo de eximente que nos rebaje la pena. Esta vez ni nos habían invitado ni nos pillaba de camino… simplemente nos apetecía y basta. Sí, hemos vuelto al restaurante chino. Un restaurante chino con servicio buffet y cocina a la vista (importantísima esta última cosa). Qué queréis que os diga. No puedo por menos. En el mío empíreo personal sin duda hay al menos un restaurante chino. ¿Por qué? In primis por la decoración. Porque en un restaurante chino lo grotesco  no tiene límites. Tú piensas: más horroroso que esto no puede haber nada. Sin embargo, cuando cambias de chino y ves que es aún más espantoso que el precedente te das cuenta que te equivocabas, que siempre hay alguno dispuesto a dar más. Bastarían unas lamparitas de esas rojas de papel para crear atmósfera… Pero no. Tú cruzas el umbral de un restaurante chino y cual Alicia en el País de las Maravillas, te precipitas en un universo frito, hecho de dragones retorcidos, budas dorados con problemas de sobrepeso, peces de colores también obesos, manteles de poliéster con bordados insólitos, altares adornados con mil doscientos cincuenta y nueve palos de incienso, flores de plástico y bonsáis de cerámica con hojas de color rosa palo y verde bilis. Es lo que yo llamo “decorar con alevosía”… 

Y el menú. ¿Qué me decís de los menús del restaurante chino? Son algo que va más allá del prodigioso. Nada de spaghetti con tomate o pollo asado con patatas. El plato más simple del chino son ancas de rana roja china frita con salsa de almejas y una tormenta de setas y bambú. O pollo frito servido en un nido de golondrinas con quelas de cangrejo de herradura y salsa picante de soja y almendras. O sopa de algas fritas del fondo del mar matarilerileronchispón con rábano tibetano en salsa agridulce. O una Familia Feliz… y aquí espero que la ficción del nombre supere la realidad… Y para terminar, como no, un postre light que estoy a dieta: helado frito con plátano frito y caramelo.

Pero ¡atención!, lo más importante es que, cuando vayas al restaurante chino, vayas vestido con algo que sirva de barrera a la “fragancia” que emana la cocina. Lo ideal sería engalanarse con un traje de madera maciza o, mejor aún, de acero inoxidable. Sin embargo, si nuestro fondo de armario carece de estos outfits fundamentales para visitar nuestro querido restaurante de comida exótica, siempre podremos optar por unos pantalones y camiseta cualquiera a los que no les tengamos un especial cariño y que puedan estar sin problema uno o dos meses a la intemperie colgados en el balcón. Porque, señores y señoras míos, cuando sales del restaurante chino incluso la ropa interior sabe a salsa de soja. No obstante, todo en el restaurante chino tiene más o menos el mismo gusto… Bueno, todo excepto una cosa… La macedonia, que sabe a lata. Y no hay nada más triste que esa macedonia con esas frutas exóticas de bote que flotan en un líquido almibarado, pegajoso y empalagoso. Yo creo que deberían abolirla, prohibirla, neutralizarla… A la macedonia de frutas del chino y, ya puestos a pedir… a la ropa interior color visón, las muñecas de porcelana y al tanga masculino…


Porque ellos se lo merecen...

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Queda un mes para que llegue el Día del Padre. Aún así creo que cualquier momento es bueno para agradecerles lo mucho que hacen por nosotras y por nuestros pequeños... O lo mucho que hicieron por nosotros cuando los pequeños éramos nada más y nada menos que nosotros mismos...

Es por ello que he creado estas tres láminas (ya disponibles en la Saraillamas SHOP) para darles simplemente las gracias por ser tal y como son y para hacerles un detalle muy especial el próximo 19 de marzo.

La primera está dedicada a los mejores papás del mundo entero...


Podéis adquirirlaaquí.


La segunda, a los mejores papás del Universo ;) Y lo mejor de todo es que se puede personalizar con el nombre del papá en cuestión.


Podéis adquirirla aquí.

Y la tercera, a esos papás que son unos Superhéroes aunque no lleven capa... Porque ni Batman ni Superman serían capaces de cambiar pañales con la destreza que ellos lo hacen, o pasar las noches en vela porque al peque le están saliendo los dientes, o salir a pasear y a hacer la compra con los niños en brazos... Gestos extraordinarios de cada día por los que se merecen esta lámina... Además también la podéis personalizar con el nombre del papá en cuestión, y en lugar de "papá" en la última frase de la lámina, podéis poner su nombre.


Podéis adquirirlaaquí.


Y como sorpresa final, y por petición popular, desde hoy también encontraréis en la SHOP la Lámina "Juntos", totalmente personalizable con el resumen de vuestra vida como pareja. Podéis incluir vuestros nombres, los años pasados juntos, el número de hijos, ¡todo lo que se os ocurra! Para saber más y/o adquirirla podéis visitar este link.



¡Feliz martes a todos!

Agua, vinagre y abedul

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El otro día, mientras esperaba al padre de la criatura, que había aparcado el coche casi en otra ciudad, ojeaba las revistas del quiosco que está debajo de mi casa. Os hago la síntesis de todas las portadas de las revistas dedicadas al público femenino: “¡Venga señoras, señoritas y demás viandantes! Es hora de ponerse manos a la obra. Se acerca la primavera (sinceramente no sé a qué parte del hemisferio se refieren porque aquí el buen tiempo es aún un absoluto desconocido). Salid del letargo, olvidad en el armario vuestros abrigos de piel de rata almizclera. ¿Habéis ganado peso este invierno? ¿Os sentís más redondas? ¿Tenéis las mismas curvas de un osito de goma? ¿Os sentís gelatinosas como un crème caramel? ¿Vuestra celulitis ya no es como la piel de una naranja sino como un queso Emmental? En fin… ¿decir que sois antilascivia es incluso un cumplido? Pues bien, no os preocupéis porque aquí estamos nosotras, las revistas, para aliviaros las penas. Con nuestros consejos volveréis a estar en superformísima, tanto que la mismísima Beyoncé se morirá de la envidia cuando os vea”

He elegido una revista al azar, la he abierto y he comenzado a leer: “Es hora de preparar el desayuno”. Seguro que por la mañana os apetece un croissant relleno de nutella y un buen café con leche. Pues no guapas, ajo y agua. Bueno en este caso sólo agua. “Nada como empezar el día con un buen vaso de agua templada”. ¿Qué os da nauseas sólo el pensarlo? Mejor. “Porque por la mañana el agua hidrata”. ¿De verdad? Fíjate tú, si no me lo llega a decir esta revista me quedaba yo sin saberlo. Olvidaos de los buenos desayunos e inflaros de agua como una cantimplora. “Pero si realmente queréis llegar al nirvana del desayuno saludable y benéfico añadid a vuestro vaso de agua templada una cuchara de vinagre de manzana”. Sí, claro, y de paso me lo bebo mientras me autoflagelo la espalda con un flagrum romano. Según la redactora de esta revista comenzar bien el día es sinónimo de beberse un vaso de agua templada con vinagre. Querida redactora mía ¿tú dónde vives? ¿De qué planeta eres? ¿Qué quieres de nosotras? ¿Has llegado aquí, al planeta tierra, para matarnos poco a poco con desayunos a base de agua y vinagre? Si yo desayuno esa porquería no llego viva ni al salón de casa. Yo, para desayunar, necesito algo sustancioso, como por ejemplo, ese trozo de pizza que sobró ayer de la cena o un par de magdalenas caseras rellenas de mermelada. 

“Además, si quieres también puedes añadir a tu vaso de agua templada otras cosas mucho más cool”. Y tú que pensabas que el agua con vinagre era la cosa más “in” de este mundo, inocente criaturica. “La infusión de abedul es soberbia”. No específica si la infusión la tenemos que hacer con las hojas o directamente poner el tronco del árbol a remojo dentro del vaso de agua. “Y la infusión de rabos de cereza es prodigiosa”. Y no lo dudo, señora mía, lo único que encontrar rabos de cereza en esta estación es más que una misión imposible… 

En fin, que como ya llegaba el padre de la criatura con el coche, he dejado la revista en cuestión en su sitio y he comprado otra con un montón de recetas de cocina… que esas sí que saben de desayunos…



Vamos a la cama que NO hay que descansar

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Siempre he tenido una relación un pelín conflictiva con la cama… No penséis mal, mentes calenturientas, me refiero a la cama como mueble utilizado para dormir. Aún hoy recuerdo perfectamente la cama de la casa de mi abuela. Dormir allí era un deporte de riesgo. Era de hierro, si te movías, aunque sólo fuera un milímetro  para respirar, comenzaba una sinfonía de ñic ñic en sí bemol que despertaba al todo el vecindario. Era una cama alta, altísima, tanto que para llegar a la cima necesitabas tener nociones de escalada libre. Y para hacer las cosas todavía más fáciles, recuerdo que mi abuela no me tapaba, ¡me envasaba al vacío! Cinco estratos de mantas, de esas que pesaban veinticinco kilos cada una y bien envuelta en unas sábanas que rascaban como una lija del uno. Así que cuando te movías, si lo lograbas, te hacías un peeling en todo el cuerpo sin necesidad de ir al esteticista. Para más inri– y nunca mejor dicho – sobre la cama colgaba un cuadro de esos del Sagrado Corazón de Jesús, sí, uno de esos que mezclan sangre y espinas, muchas espinas, y que junto al toque de las campanas de la iglesia creaba una atmósfera digna de una película de terror de serie B.

Recuerdo también cuando, hace ya algunos años, probé a dormir en un futón japonés. Es fantástico, me dijeron, porque en realidad es como una alfombra, pero más gruesa. Es decir, que te venden un colchón pero te lo hacen pagar como una cama completa. ¡Espléndido, maravilloso, superlativo! (leáse la anterior frase exclamativa con tono sarcástico). Una de las ventajas del futón es que no tienes que preocuparte más por limpiar el polvo de debajo de la cama, porque un “debajo de la cama”¡no existe! Y si te caes del futón no te haces daño, es más, ni siquiera te das cuenta, únicamente notarás al despertarte que tienes la boca llena de polvo.

He dormido también en una cama redonda. En ella podías dormir como una estrella de mar o como L’uomo di Vitruvio de Leonardo da Vinci. Pero una cama redonda tiene ese nosequéquéseyo de erótico festivo, que en lugar de dormir te dedicas a soñar despierta con caballeros colocados radialmente, como en la mesa del Rey Arturo, que desenfundan sus esp… (y aquí me autocensuro yo misma…).

No obstante, donde peor se duerme es siempre siempre siempre en los sofás cama. Quién afirma que son cómodos es porque nunca ha dormido en uno. Para empezar, cuando abres un sofá cama tienes que mover la mitad de los muebles de la habitación en la que se encuentre situado. Y mueve esa mesa, y quita esa silla, y pon el jarrón más allá, y atento a esa lámpara, y apila los cojines, y saca la cama, y pellízcate los 10 dedos de las manos, y atenta a que no se cierre, ¡empuja empuja!, bien, por fin lo hemos abierto del todo. ¡Qué el cielo se apiade de las almas de todos los inventores de sofás camas del mundo por los siglos de los siglos amén! Porque cuando finalmente estás tumbada e intentas descansar... no puedes. ¿Por qué? Porque duermes con un ojo cerrado y otro abierto, en estado de extrema vigilancia, ya que piensas horrorizada que el sofá te puede tragar y no escupir nunca nunca más.

Ya veréis que al final donde mejor voy a dormir va a ser en el saco de dormir, bien arrebujadica, como los faraones del antiguo Egipto en sus sarcófagos…


¿Estás llorando?

Fenómenos de la naturaleza

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“M. nos ha invitado a cenar en su casa este sábado”, ha dicho ayer el padre de la criatura cuando ha llegado a casa.

“Ah… genial, hace mucho que no veo a su mujer y sus hijos”.

El padre de la criatura ha mantenido durante la cena una curiosa y extraña sonrisa…

Y hoy he descubierto el porqué.

He llamado a la mujer de M. para decirle que no se molestara en preparar el postre, que ya me encargaba yo. Y ha sido entonces cuando lo he sabido: resulta que desde hace una semana tiene una au pair en casa. Tiene 20 años, es de Dinamarca, sus piernas miden tanto como yo entera, es rubia natural, simpática y cariñosísima con los niños…

“Tú la tienes que ver, parece salida de una revista de moda…”, me ha dicho la mujer de M. “Piensa que mi marido me ha dicho que si le compro ropa nueva para parecer más joven y a todo lo que ella le dice le responde con una sonrisa de oreja a oreja”, me contaba por teléfono.

“Todos los amigos de M. quieren venir a cenar a casa para verla. Por la calle todos se paran y la observan de arriba abajo. Es un fenómeno de la naturaleza”.

Una servidora, que es muy previsora, ha estado esta mañana ojeando un “catálogo” online de au pair del mundo, por si un futuro se viese obligada a contratar los servicios de uno. Y ya ha individuado al paradigma de au pair que entrará en nuestra casa y formará parte de nuestra familia:

Se llama Isaac, tiene 24 años y es de California. Ha estudiado Literatura Inglesa y Escritura Creativa. Le encanta el deporte, entre ellos el surf y el fútbol, y el arte es una de sus grandes pasiones. Es un gran cocinero y adora trabajar con niños. Sueña con ser escritor y su ídolo es Ernest Hemingway.

Y, por si esto fuera poco, físicamente es otro fenómeno de la naturaleza, pero en versión masculina.



Una noche de leones...

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Esta noche…

0.30 El piccolo parece que se ha tomado tres tazas de café con un red bull. El padre de la criatura lee uno de sus libros. Una servidora está pensando en utilizar la técnica de “La naranja mecánica” para mantener los ojos abiertos.

1.00 El piccolo por fin se ha quedado dormido… encima de mi almohada. Decido que mis cervicales no son tan importantes y no lo muevo por miedo a que se despierte.

3.00 El piccolo se mueve y protesta. Se sienta en la cama con los ojos cerrados exigiendo imperativamente su toma nocturna.

3.15 Finalmente duerme de nuevo. Y si Dios quiere me vuelvo a dormir también yo.

3.30 El piccolo se despierta y se aferra a mí como un bradipo a su árbol. Yo me ahogo. Pero él se duerme.

4.00 Continúo prisionera del pequeño bradipo. Estoy tan sumamente despejada y lúcida que podría resolver un crucigrama con los ojos vendados.

4.15 Me comienzan a asaltar varias dudas existenciales: ¿Qué quiero ser de mayor? ¿Es este un buen sitio para el piccolo? ¿Por qué no nos mudamos de nuevo? ¿Mañana qué hago de comer?...

5.15 Me he liberado por fin de las garras del pequeño bradipo. Ahora los 96 centímetros de piccolo están alineados en la cama horizontalmente, con los pies en la cara del padre de la criatura, que duerme feliz y beato. Yo me mantengo en equilibro en los pocos centímetros que tengo a disposición y colapso.

6.00 El padre de la criatura se levanta, tropieza con un teléfono de juguete que emite una melodía intrigante y diabólica. El piccolo, por suerte, continúa durmiendo. Yo no.

7.00 El piccolo ronca como un camello borracho. Me cubro la cabeza con la almohada pero lo continúo oyendo. El padre de la criatura se acerca para preguntarme donde está el jersey… y el pantalón… y los calcetines… y la cazadora azul…

7.15 Una servidora, exhausta, decide que será mejor levantarse. Muerta de sueño, se sienta en una esquina de la cama y se queda mirando una zapatilla… y piensa lo estupendo que sería emigrar a un pequeño atolón de las Maldivas… sola… al menos por quince días…

;)

Nomen omen*

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* en latín significa literalmente "el nombre es un presagio" o "un nombre, un destino", es decir, "dime cómo te llamas y te diré quién eres".

Futuros padres, futuras madres... os pido un gran favor. Cuando busquéis un nombre para vuestras criaturas... ¿podéis poner un poquitín de atención y elegir uno más o menos decente? 

Más que nada porque la elección del nombre es un acto de responsabilidad de los padres hacia los hijos. Si me apuras te diré que creo que es uno de los más importantes. Podemos concedernos ciertas licencias y no ser demasiado meticulosos a la hora de elegir la marca de pañales o el color del primer body o su primer juguete. Sin embargo, con el tema del nombre no nos podemos dormir en los laureles. Así que, por favor, futuros padres y madres, no la liéis, os lo ruego. La vida ya es demasiado complicada como para inferir ulteriormente. No me digáis que ese que habéis escogido es el nombre del abuelo materno. No es para nada una justificación. No me sirve como excusa. Si el pobre abuelo ya ha sufrido la penitencia y la mala suerte de llamarse Próculo, Pánfilo, Tiburcio, Pascasio o Amancio, ¿por qué continuar la saga de sufrimiento con vuestro hijo?

Recuerdo cuando una conocida ha llamado a su hijo León. No es que sea feo, pero le sienta mejor a un Papa que a una pequeña criaturica inocente. ¿Y cuándo su pequeño León vaya a la escuela y todos sus compañeros de clase se dirijan a él haciendo grrr grrr o llamándole “Rey de la Selva”? ¿Y cuándo jueguen a los cazadores y su hijo sea siempre siempre siempre el que tenga que ser cazado?

Aunque peor son esos padres que dan al hijo el nombre del santo del día. Los más afortunados nacerán el día de San José, el día de Santa Laura o el día de Santa Ana. Pero ¿y aquellos que nacen el día de San Crispín, San Atanasio o Santa Pelagia? Y si nace el 2 de noviembre, el día de muertos, ¿qué nombre le ponemos? ¿Mortal si es niño y Morticia si es niña?

Me encantaría que existiese una ley que permitiese a los hijos, una vez alcanzada la edad de la razón, cambiar el nombre a los padres. Así, quien ha sido llamada Brígida (que no rima con nada) o Blanca Nieve podrá llamar a su madre Cancionilia, Canuta o DisneyLandia. O quien ha sido bautizado con el nombre de Orolio, Hermógenes o Ataúlfo podrá poner a su padre como nombre Batman o Anónimo. Ya verías tú como estaríamos mucho más atentos con nuestras elecciones y dejaríamos de lado los nombres del martirologio romano.

Nota: Todos los nombres utilizados en este post, por desgracia, existen... incluido DisneyLandia.


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