Un día frío, lluvioso y “tranquilo” con el piccolo…
“¡No toques eso!”
“¡Deja eso ya que no es un juguete!”
“¡¿Pero de dónde ha salido ese palo largo dos metros?!”
“¡No te revuelques por el suelo mientras estoy barriendo!”
“¡Deja de sacarme las camisetas de los cajones!”
“¡¿Qué haces con uno de mis sujetadores en la cabeza?!”
“¡No te quites la chaqueta que vas a coger tres pulmonías al precio de una!”
“¿Por qué estás tan callado? ¿Qué estás destruyendo?”
“¡¡¡No!!! ¡Con mis rotuladores permanentes no se juega! ¡¡¡¡Ahhhh!!! ¡¡¡Y tampoco se pinta el suelo!!!”
“¡¡Cuidado!!”
“¡No chilles que nos echan del vecindario!”
“¡Deja ahora mismo el móvil de tu padre que la última vez se lo has desconfigurado!”
Hay días en los que el piccolo es humanamente insostenible y, en alternativa, una servidora se convierte en una madre abrumada-intolerante-insoportable-tediosa y más pesada que el iridio.
En fin… ¿cuándo decís que llega el fin de semana? ¿Qué queda más de un día y medio?
o_O
Otra valeriana, por favor…