Hay noches en las que todo resulta muy complicado.
Resulta muy complicado preparar la cena, lavar los platos, tender la ropa, contar cuentos de príncipes a galope, caballos parlantes y dragones buenos.
Resulta muy complicado dejarse llevar por el torbellino sonriente y poderoso de un piccolo de dos años con las pilas bien cargadas.
Resulta muy complicado fingir que no te duele la espalda y la cabeza, que no estás abatida y extenuada por culpa de una mudanza infinita, que hoy no te sientes la persona más frágil de este mundo…
Porque hay noches en las que ser efusiva, entrañable y devota resulta realmente complicado.
Porque hay noches en las que te sientes desatinada y turbada, en las que todo es borroso y confuso.
Porque hay noches en las que te preguntas cómo es que aún nadie se ha dado cuenta.
Porque hay noches en las que un largo abrazo lo cura todo…