No estaría mal, de vez en cuando, permitir que el torbellino del malestar te circunde, embobarse entre un estornudo y un lamento, embelesarse viendo como la temperatura que marca el termómetro no para de subir y subir…
No estaría mal, de vez en cuando, zambullirse en un baño de hipocondría, olvidarse de todo, abandonarse a ese profundo y relajante torpor producto del paracetamol…
No estaría mal, de vez en cuando, leer un libro en la cama o ver ese programa trash de la televisión que te entretiene tanto, o quizás pararse a pensar, con los ojos cerrados... así, irresponsable y justificadamente.
No estaría mal, de vez en cuando, tener la gripe…
No estaría mal, de vez en cuando, tener la gripe… sola, sin compartirla con un piccolo que se despierta de las veinte a las treinta veces por noche, que te abraza y te empapa de sudor y mocos, que te mira con esos ojos lúcidos y brillantes porque no sabe bien lo que le pasa, que sólo quiere estar pegado a ti, día y noche, como una cría de zarigüeya.
No estaría mal, de vez en cuando, tener la gripe, con la condición de no compartirla con un piccolo que, incluso con mucha más fiebre que tú, corretea en pijama de aquí a allá y quiere jugar tan sólo contigo, que toses, estornudas y lagrimeas sin parar y que estás hecha trizas, no como él, que es una criatura resistente e imbatible.
Por suerte el padre de la criatura de momento parece inmune a nuestros virus y se ha transformado en un estupendo enfermero/amo de casa… Pero ¿hasta cuándo será así?
Se abren las apuestas…
¡Achús!
