El 27 de enero de 1945 se produjo la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz por parte de las tropas soviéticas en su avance frente al ejército alemán. Desde el año 2005, gracias a la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada 27 de enero se celebra el Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Durante la pasada semana, muchas librerías de la ciudad en la que vivo exponían en sus escaparates libros como, por ejemplo, “El diario de Ana Frank”, “El niño con el pijama de rayas” o “Los Hornos de Hitler”, por destacar algunos de los títulos más conocidos. Durante una semana han emitido en la televisión documentales y películas como “La Vida es Bella” o “La lista de Schindler”… Durante una semana hemos vuelto a recordar el horror de la Shoah, visto de nuevo las miradas de aquellos pocos que sobrevivieron… Durante una semana se ha analizado por qué el mundo no logró prevenir el Holocausto y otras atrocidades que se han cometido desde entonces… Durante una semana se ha combatido contra la negación de ese brutal genocidio… Durante una semana se han dado respuestas imprescindibles ante quienes equivocadamente sostienen que esa tragedia nunca tuvo lugar o que se ha exagerado… Durante una semana se ha dado voz a los relatos de las familias de las víctimas de una ideología inspirada en el odio que los calificó como “inferiores”… Durante una semana se ha combatido haciendo memoria, porque la indiferencia es el seno de todos los horrores…
Ayer, después de comer, salí a pasear por el centro de la ciudad con mi hijo. Ayer, los escaparates de las librerías donde hace días se encontraban los libros que anteriormente he citado, estaban vacíos. En su lugar he encontrado varias pintadas antisemitas y esvásticas. Palabras y símbolos negros, como el color del spray con el que han sido hechos. Palabras y símbolos llenos de odio, que han enfangado una fecha en la que públicamente se condena precisamente eso, el odio.
Como dijo hace años el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, creo que “debemos seguir enseñando a nuestros hijos las lecciones de los capítulos más sombríos de la historia. Ello les ayudará a hacer las cosas mejor que sus mayores al construir un mundo donde podamos convivir en paz”…
Nos queda mucho camino por recorrer… Y por más que parezcan absurdas o irrealizables, no podemos abandonar nuestras esperanzas… Ya lo decía Ana Frank en su diario: “Lo que me asombra es no haber abandonado por completo mis esperanzas, que parecen absurdas e irrealizables. Y, sin embargo, me aferro a ellas a pesar de todo y sigo creyendo en la innata bondad del hombre”.
Y aquí os dejo una imagen que he realizado en ocasión del “Día de la Memoria”, porque creo que también el 31 de enero es un buen día para recordar…